Entrar a conocer la vida y la obra de Manuel Mantero es adentrarse en un misterioso espacio de arte y de cultura donde se nutren algunas de las mejores páginas de la poesía contemporánea escrita en lengua española. Con Manuel Mantero estamos ante más de medio siglo largo de creación literaria agrupada en fundamentales libros que uno tras otro constatan el valor de una voz personalísima e intransferible. Manuel Mantero es, ante todo, un grandísimo poeta, de los pocos capaces de adelantarse a su tiempo, de los que dejan una portentosa obra con autónoma universalidad, cosecha que se renueva en cada palabra, en cada verso, en cada libro y que traspasa tiempos y geografías.
Manuel Mantero es, además, un prodigioso prosista y un crítico literario que ha sabido distanciarse siempre de los estereotipos y clichés para ofrecernos una lectura profunda y sabia de la literatura y del valor de ésta en el marco del saber, de la alta cultura y de la interrogación de la literatura como vehículo para indagar en el enigma de la existencia humana. Porque en Manuel Mantero, poesía y vida, prosa y muerte componen un portentoso ensamblaje para la reflexión del ayer, del hoy y del mañana, del aquí y del más allá.
Nada hay gratuito en la obra de Manuel Mantero, nada que no haya sido cuidadosamente trabajado y meditado desde el ethos y el pathos de la creación. Esta página abre un sendero para iniciarse en la apasionante aventura humana y literaria de Manuel Mantero: la del poeta que trascendió el realismo social, la del que trasladó parámetros rítmicos extranjeros a la poesía española; la del lector de los místicos y los simbolistas, del Dante, de Villegas, de Fray Luis, de Leopardi, de Rimbaud, de Darío… Todas ellas son lecturas que junto a la originalidad de la propia escritura personal de Manuel Mantero perfilan una obra universal de alto vuelo, permanentemente moderna, libre de modas e influencias generacionales.
Manuel Mantero, en definitiva, encarna una obra tan compleja como sabia, poesía del Yo al Nosotros en su propio tiempo del hombre, bajo la lámpara común, en la fiesta de la primavera del ser, con el equipaje apuntando a otras esferas, con memorias y sueños, con la familia, la divinidad, los idos y los por venir en el marco de un sueño poético y humano de primerísimo calado.