Soneto

El destino es la luz y ciego soy.

El oleaje del mar a donde voy
lo oigo lejos, lo huele mi deseo.
Extranjero en el tiempo, abjuro un hoy
grande, estéril y frío: un mausoleo.

Tú has irrumpido. Ríes. Significas
la búsqueda cantada de la clave.
Me coronas de vida, me salpicas
de esa espuma inmortal que nadie sabe.

Oh juglaresa de bailado fuego,
mi temor en tu cuerpo se restaña
y a tu mano pequeña yo me entrego.
Por esta dura senda de montaña

empieza una ebria a conducir a un ciego.

(2000)