Las dos me miran,
las dos que bailan,
bajo un gran arco,
por sevillanas.
Un arco rojo
de farolillos.
Las dos me invitan
a su destino.
Cielo nocturno
y limoneros.
Una alta torre
color de sueño.
Giran, sonríen
las dos, mirándome.
Mantillas blancas,
gitanos trajes.
Pero no giran.
Nunca giraron.
Llevan inmóviles
setenta años.
Breves cinturas,
ojos morenos.
Yo me aproximo
temblando, y beso.
Beso en sus labios
tiempo y sonrisa.
Beso tan fuerte,
que me lastima.
Las dos figuras
se mueven, danzan,
oigo la música
de la guitarra,
huelo muy hondo
los azahares
y para siempre
entro en el baile.