(Comunión)
¡Vamos, ya es tiempo! Alrededor estamos,
dispuestos a beberte, Dios que tocas
en forma de gazpacho nuestras bocas
y aplacas nuestra sed de hombres. Vamos,
el lebrillo rodead, sentaos en tierra,
círculo humano que el amor preside.
Amigos, nadie la cuchara olvide
para ganar a Dios como una guerra.
Nadie deje su hambre en cualquier parte.
Los que quedasteis sin comer un día
esperando esta fiesta, esta sangría,
seréis saciados, no claméis aparte.
Dios se ofrece. Meted vuestras cucharas
en el líquido espeso y saludable.
Bebed, comed, y que ninguno hable;
las manos en silencio son más claras.
Dios es la tierra, su frutal entrega:
vital tomate, turbador pepino,
pimiento delirante… Lo divino,
machacado, en vosotros más se alega.
Un Dios hecho pedazos y mar chico
nos aviva la sangre y arrebata.
Lucen ya las estrellas. ¡Noche grata,
campo abierto y divino caldo rico!
¿Quién bañó en vino el pan recién majado
para que se encendiera poco a poco
el pecho múltiple del hombre, el loco
pecho del hombre libre y embriagado?
¡Venga, bebamos! Queda todavía
algo de Dios sonriendo en el lebrillo.
Zumba el amor en vértigos de anillo
y sabe a cuerpo joven la alegría.
Dios se reparte. Canta el grillo, canta
el gallo, canta el universo. Todo
canta. La humanidad, codo con codo,
se bebe a Dios en esta noche santa.