Mi poesía de ahora es una gruta
que contiene una sala silenciosa
con un lago sin horas donde escruta
mi mente la raíz de cada cosa.
Todo está en soledad. Mi voz enjuta
el eco la devuelve tan jugosa
que lo eterno del agua la disfruta
en su desnuda condición de diosa.
Resurgen, a mi hachón, formas extrañas,
relieves de menhires y alimañas,
cicatrices de un llanto venidero.
Quizá alguien sabe de esta gruta, pero
en su entrada tenía telarañas
con el tejido de la araña entero.