Tiempo y espacio. Todo tiene su ola y su arena
en la playa final del gozo. No el tocarte.
Deja que te acaricie, maravillosamente,
como a una hija tardía, como a una flor cortada,
tú, la mujer más niña entre las mil mujeres
que escogí, virgen para arder más en ti misma,
tú que me das aquello que el niño da a la infancia,
el ruiseñor al patio y el ciprés a la muerte…